Desde Manuel Fraga a Pedro Sánchez, quizá el único consenso tan inalterable como sospechoso en la política exterior de España sea hacer la vista gorda ante la brutal represión perpetrada en Cuba por la longeva dictadura castrista. Una complicidad bipartidista que contrasta con esa práctica tan habitual en la democracia española que consiste en darse patadas en el trasero de nuestra política exterior. Como si el lugar que ocupa España en el mundo fuera cosa intrascendente, banalidad de tertulianos, que nada tuviera que ver con nuestra seguridad, prosperidad y reputación.
En el caso de Cuba, perfectamente extrapolable a Venezuela, resulta evidente la fuerza dominante entre intereses, valores e influencia. Demasiados silencios cómplices para un país como España que sabe perfectamente lo… Ver Más