No hay paz para Eitan Biran, el niño de seis años único superviviente del accidente ocurrido en mayo pasado, cuando una cabina del teleférico de Mottarone, en la región de Piamonte, cayó al vacío y murieron 14 personas, entre ellas sus padres, un hermano pequeño y dos bisabuelos. Eitan fue secuestrado el sábado por su abuelo materno, el exmilitar israelí Smuel Peleg, condenado en el pasado por malos tratos a su exesposa. Mediante un engaño, asegurando que iba a comprar juguetes a un centro comercial de Pavía, en la región de Lombardía, al norte de Italia, se llevó al pequeño Eitan a Israel en un avión privado. Fue una operación montada al detalle, que investiga la magistratura con la hipótesis de secuestro.
El caso ha conmocionado a Italia, creando una grave disputa entre dos familias, además de una batalla legal, con el trasfondo de un conflicto cultural. Eitan, que se quedó huérfano el 23 de mayo, perdiendo a sus padres y hermano, vuelve a perder una familia, la adoptiva, la que el juez había designado para que se hiciera cargo del niño: su tía paterna, Aya Biran, médico, de 41 años, que vive en Travaco Siccomario, al lado de Pavía, junto a su marido Or Nirko y dos hijas que frecuentan la misma escuela que Eitan. El niño debía iniciar hoy las clases y se encuentra adaptado a la realidad italiana, pues llegó a este país cuando tenía mes y medio, con su madre Tal Peleg, 27 años, y el padre Amit Biran, 30, que estudiaba medicina. Aquí nació su segundo hijo, Tom, de 2 años.
Vuelo privado a Israel
La familia israelí reclamaba también la adopción. El juez permitió que pudiera visitar al niño dos veces por semana. El abuelo materno Shmuel Peleg encontró a Eitan para una visita regular y se lo llevó con la promesa de devolverlo a las seis de la tarde. Al comprobar que no regresaba, la tía presentó una denuncia a la policía. Poco después, recibió este mensaje del abuelo: «El niño ha vuelto a casa», dando a entender que estaba en Israel. Shmuel Peleg no fue al centro comercial a comprar juguetes, sino que montó en un coche al niño, pasó la frontera entre Italia y Suiza y con un vuelo privado que despegó de Lugano lo llevó a Tel Aviv. «Fue una operación con total desprecio de las leyes italianas y de las comunitarias», ha dicho el abogado Armando Simbari.
Eitan es un ciudadano italiano, además de israelí. Tiene doble pasaporte. El abuelo Peleg guardaba el concedido por Israel. El juez había ordenado que entregara ese pasaporte antes del 30 de agosto, pero no lo hizo.
El niño no se ha restablecido aún totalmente de las secuelas de la tragedia. Se mueve con un andador y necesita la ayuda de un fisioterapeuta y de una psicóloga para superar el trauma que destrozó su vida. Su tía, la doctora Aya Biran, que estaba a su lado cuando el niño se despertó en el Hospital de Turín donde lo ingresaron en grave estado, dice hoy desesperada que el secuestro de su sobrino «parece una película de Hollywood mal escrita». «Mis dos hijas y Eitan han crecido juntos –añade la tía Aya Biran-. Vivió toda su vida en Italia, en Pavía, pasando las vacaciones, como muchos niños, en Israel con la familia materna. Les dije a mis hijas la verdad sobre lo que pasó. Y les juré que intentaremos traer a Eitan de vuelta aquí».
Por su parte, la familia Peleg había abierto un frente hostil en una rueda de prensa en agosto: «Tienen a Eitan como un rehén. Los están alienando completamente. Queremos que viva en Israel y frecuente una escuela judía, en lugar de una escuela católica. Deseamos adoptarlo», afirma la tía materna, Gali Peleg, que vive en Tel Aviv.
El presidente de la comunidad judía de Milán, Milo Hasbani, ha criticado muy duramente el secuestro del niño: «Condenamos y lo juzgamos como gravísimo el secuestro de Eitan; nos parece casi absurdo tener que decir que un buen judío puede crecer en cualquier parte, y espero que su caso no se instrumentalice con fines políticos».
Dura batalla legal
Se abre ahora, además de la guerra familiar, una batalla legal que durará meses. El magistrado Ciro Cascone, del Tribunal de menores de Milán, explica a La Stampa: «Es evidente que estamos frente a una sustracción internacional de un menor. La Convención de La Haya, a la que Israel se ha adherido, habla claro al respecto. Espero que el juez de Israel la aplique rigurosamente, como hacemos en Italia. No como a veces, desgraciadamente, ocurre en otros países. Según la Convención de La Haya –añade el magistrado italiano- el juez de Israel debería ordenar que el niño sea repatriado al país de residencia. Se necesitarán meses para llegar a una solución. Mucho está en las manos de la diplomacia».
Eitan fue dado de alta en el hospital de Turín 18 días después de ser ingresado en la UCI en coma. Cuando se despertó no recordaba nada y lo primero que hizo fue preguntar por su madre. El niño sigue aún en un laberinto de preguntas sin respuestas. También se sentiría vulnerable un adulto después de una tragedia en la que se le derrumbara el mundo, así que cabe imaginarse la situación de un niño de seis años. Su fragilidad la refleja en que , por ejemplo, «para dormirse, debe estar agarrado a mi mano», afirma su tía Aya Biran.
Por si el horror que ha pasado no fuera suficiente, el pequeño Eitan, sin padres, se ve ahora, a su pesar, separado de la familia adoptiva y protagonista de una agria batalla que transcurre entre Pavía y Tel Aviv.