Se puede decir que todo empezó a finales del siglo XVIII con la genuina obsesión por evitar la concentración y abuso de poder que compartían los líderes de una débil república formada por trece excolonias británicas en América del Norte. Con tal de no establecer fuerzas armadas permanentes que pudieran abusar de su posición de fuerza, se optó por reconocer a los ciudadanos el derecho a portar armas y formar milicias para la defensa nacional.
Este postureo libertario, consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, debería haber terminado cuando los ingleses volvieron a tomar la capital Washington en la guerra de 1812 y convirtieron la Casa Blanca en una falla valenciana. En el colmo de las ironías… Ver Más