La fiesta del chivo nicaragüense –y señora– terminó antes de empezar. Daniel Ortega y Rosario Murillo, en un último intento por imponer su voluntad, apostaron por dar barra libre en las elecciones y levantar la prohibición de tomar alcohol. La tentación de sumergirse en un estado de ebriedad, que impida ver la realidad trágica de Nicaragua, era grande pero mucho más las ansias de democracia y para conquistarla, hay que estar sobrio.
En el segundo país más pobre del continente (Haití siempre va en cabeza) la gente prefirió el domingo abrir los ojos, cerrar las manos y combatir al régimen que encarceló a los opositores de verdad, con su abstención. Según el Observatorio Ciudadano Urnas Abiertas, como mínimo, el 79… Ver Más